Instalan alarma vecinal en Los Pipos

Son 25 las familias que tienen en su poder los controles remotos para activar la alarma que alertará al resto de los pobladores ante un hecho de inseguridad. Los vecinos se quejan porque los robos son a diario, en la calle y en las casas.


 

AlaVec2.Después de numerosas reuniones, un nutrido grupo de vecinos del barrio Los Pipos adquirió la alarma comunitaria, herramienta con la que confían contrarrestar los robos y arrebatos que sufren a diario.
“Gracias a que este grupo de vecinos, comunicados y esperanzados en que la situación cambie, nos pusimos de acuerdo, la semana pasada nos entregaron los controles y se instaló la sirena”, confirmó Hugo Ortiz, uno de los vecinos que motorizó esta alternativa.
El equipamiento lo vendió e instaló un técnico de la ciudad de Paraná, quien colocó la sirena en una vivienda ubicada sobre calle Rancillac.
La elección se debió a que es una casa situada en uno de los terrenos más altos de la zona y facilita la expansión del sonido y evita interferencias en la señal con los controles remotos.
Son 25 las familias de se agruparon y abonaron unos 11 mil pesos que costó el sistema de alarma.
En cuanto a la modalidad de uso, acordaron que cuando algún vecino se encuentra en una situación de robo activa el control remoto y eso hará que empiece a sonar la sirena que alertará al resto de los vecinos, que saldrán a la calle para auxiliar a quien esté pidiendo ayuda, en tanto que otros serán los encargados de llamar a la policía.
“Hay personas de edad avanzada que no pueden salir corriendo, así que su colaboración es llamando a los agentes de seguridad para acudan al pedido de auxilio”, explicó Ortiz, a quien le robaron en dos oportunidades dentro de su vivienda.
La sirena de alarma tiene un alcance de 200 metros y cada control remoto cubre un radio de 80 metros.
Inseguros. “Los robos son diarios, en la calle y en las casas; saltan por los techos y entran por los fondos aprovechando los terrenos baldíos para escaparse”, aseguró Hugo Ortiz.
“Salir a la calle también es un problema, porque hay arrebatos y las víctimas principales son las personas mayores; por la mañana, hay padres que acompañan a su hijos hasta la parada del colectivo por temor a que los asalten”.
La zona sureste de Paraná viene teniendo un crecimiento poblacional muy significativo; pero el desarrollo demográfico no está siendo acompañado por la infraestructura ni los servicios esenciales que garanticen una buena calidad de vida para los miles de vecinos que habitan este sector de la capital entrerriana.
El contexto vuelve hasta desfavorable el sostenimiento de las comisiones vecinales, donde los voluntarios que inician la labor terminan desistiendo del peregrinaje diario de solicitar la asistencia estatal que les corresponde.
En barrio Los Pipos los vecinos desistieron de reclamar el desmalezado de los numerosos terrenos baldíos que hay en la zona y ni siquiera piden por la recolección diaria de los residuos y la erradicación de los minibasurales. En este barrio las familias se sientan indefensas e inseguras.
Ante este panorama, son los vecinos los que se encargan se mantener los espacios comunes. De hecho, se ocupan de desmalezar uno de los pocos espacios verdes que tienen para recreación; con máquinas propias se ocupan de mejorar el terreno y también limpian la basura que se acumula en las esquinas.
“Los pastizales llegaron a los dos metros de altura, taparon los arcos de la canchita en la que juegan los niños del barrio y decidimos ocuparnos nosotros”, contó Ortiz; quien aseguró que elevaron el reclamo al Municipio, “y nos respondieron que el predio pertenece a Vialidad y por eso no se ocupan”.


Algunos pusieron boyeros eléctricos
La postal que muestra el barrio son viviendas con rejas en todas las puertas y ventanas; perros potencialmente peligrosos merodeando por los fondos, altos tapiales con alambres de púa, vidrios y hasta boyeros eléctricos. “Hay quienes se animaron e instalaron los boyeros, desesperados por evitar que entren”.
En este sentido, Ortiz lamentó que hayan disminuido los patrullajes en la zona. “El barrio parece una zona liberada”, advirtió.

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