Gualeguaychú: gimnasios en cuarentena, la realidad de uno de los rubros más afectados

El aislamiento social trastocó la vida cotidiana de todos. Uno de los rubros afectados fueron los gimnasios, en todas sus modalidades, los cuales permanecen cerrados, aunque algunos de sus profesores han encontrado soluciones alternativas para mantener la actividad a distancia. La mayoría de los gimnasios permanece cerrados, aunque algunos profesores encontraron alternativas para poder trabajar a distancia.


Aislamiento social, cuarentena, quedarse en casa. Frases a las que nos hemos tenido que acostumbrar en estos últimos días y que en muchos casos, han cambiado la rutina de todos.

Aquellos que dentro de su organigrama diario tenían como una de sus tareas concurrir al gimnasio, debieron adecuarse a los tiempos que corren, en muchos casos improvisando rutinas en casa, en espacios más reducidos y con materiales que no son los ideales pero que sirven para reemplazar a las pesas, mancuernas y barras.

En otros casos, internet y la tecnología ha sido la forma de mantener el vínculo con los profesores y continuar con la rutina diaria, aprovechando también para encontrar una forma de ocupar el tiempo en medio del aislamiento obligatorio.

Carmela Rébori es una profesora de educación física de la ciudad que tiene su gimnasio SportBike en calle Bolívar 668, donde reparte sus días de trabajo con clases de gimnasia convencional y spinning, que es una modalidad que utiliza bicicletas fijas.

Ante la obligación de cerrar su gimnasio y en un rápido accionar, Carmela encontró la forma de no perder su vínculo con sus alumnos. Ofreció en alquiler las bicicletas que tiene en el gimnasio, las cuales trasladó a las casas de aquellas personas que se mostraron interesadas y, a través de internet, mantiene sus rutinas de dos clases diarias.

“A nosotros nos obligaron a cerrar, tomando en cuenta que en un gimnasio hay contacto directo, las distancias son muy cercanas y estamos todos, alumnos y profesores, expuestos a cualquier contagio. La idea surgió del aburrimiento, en el grupo de spinning empezaron las consultas de cuándo volveríamos y como haríamos en la cuarentena, así que se me ocurrió la idea”, expresó Carmela.

“Primero me traje una bici a mi casa y después empecé a plantearle a la gente que asiste a las clases la idea de alquilar las bicis, lo propuse en el grupo y todo el mundo aceptó encantado. Una vez que organizamos la logística de distribuir las bicis en las casas de cada persona, para lo cual favoreció que lo hicimos antes de las restricciones más importantes y pudimos hacerlo en un solo día.

Preparamos las bicicletas, las limpiamos a todas y realizamos el repartido en una camioneta, tomando todos los recaudos de higiene y seguridad. Además, les pedí especialmente a cada una de las personas que alquilaron las bicis, que fueran sumamente responsables con el tema de la higiene, tanto personal como de las bicicletas”, expresó.

Sobre cómo organizó sus días, Carmela indicó que “me propuse hacer lo mismo que hacemos en el gimnasio. Una rutina de dos horas diarias: una clase a la siesta de gimnasia en general, con música, mancuernas, mucho movimiento y a la tarde, a las 19 damos la clase de spinning, que es exactamente igual que las que hacemos en el gimnasio, con la única diferencia que es online, a través de Facebook Live. Las clases las doy exactamente igual que como si estuviera en el gimnasio, grito cuando doy las órdenes, le pongo las mismas ganas y el mismo empeño.

La gente se enganchó muchísimo, tuve muchas reproducciones, gran cantidad de comentarios. La verdad es que la gente se enganchó muchísimo, muchos preguntaron para poder seguir con esta modalidad en caso de continuar el aislamiento y otra gente se ha ido anticipando para el futuro, aunque por el momento nos mantendremos con esta modalidad online”.

José Medina, profesor de educación física y propietario de Habibi Gym ubicado en Avenida Parque Sarmiento 341, que es uno de los gimnasio de la ciudad que mantiene la tradición de ser especializado en pesas, sobrecarga y entrenamiento de fisicoculturismo.

Medina, reconocido fisicoculturista de la ciudad, expresó que “cerramos el gimnasio antes de que saliera el decreto, imaginamos lo que se venía y hablamos con nuestros alumnos y clientes, explicamos la situación y todos estuvieron de acuerdo.

Lógicamente que eso repercutirá fuertemente en lo económico durante el tiempo que tengamos cerrado, porque tenemos costos fijos que afrontar, como alquiles, impuestos y servicios. La realidad es que nosotros trabajamos para ayudar a la gente a tener una buena salud, no podríamos ir en contramano de esa idea y tener el gimnasio abierto, más allá de que luego del decreto presidencial lo hubiéramos tenido que cerrar de cualquier modo”.

A diferencia de que lo implementó Carmela Rébori, para José y su grupo de profesores el panorama es distinto. “Tenemos más de cien personas por mes en el gimnasio, es un sacudón importante desde lo económico, hemos tenido contacto con todos ellos y explicamos cuál es nuestra situación. Todos entendieron porque esta realidad es algo que nos atraviesa a todos como sociedad.

Algunos nos pidieron que les asesoremos con alguna rutina para hacer en sus casas, pero la realidad es que trabajar online es muy complicado en nuestro caso, porque la gente no dispone en sus casas de maquinarias como las que tenemos en el gimnasio”, explicó.

A modo de sugerencia, indicó también que “se pueden hacer ejercicios de los llamados calisténicos, que se hacen sin cargas y con el propio peso del cuerpo, pero en nuestro caso, la gran mayoría de nuestro alumnado trabaja con sobrecarga y con las máquinas que disponemos. Hemos tirado ideas de ejercicios para hacer en casa, no muy complejos sino para que la gente pueda estar activa y mantenga la rutina de hacer ejercicio, pero en lo que se refiere a lo específico que trabajamos en el gimnasio, es muy complicado por una cuestión operativa”.

El parate en Habibi se siente también desde el lado de la danza, dado que Nahir Medina Faiad, hija de José y una de las más reconocidas profesoras de Danzas Árabes de la ciudad, tiene su estudio en el mismo gimnasio y también tuvo que poner un freno en sus clases.

“Tuvimos que cerrar las puertas, hemos ido dando algunas clases por Instagram o Facebook Live, pero no es lo mismo, es una manera de mantenernos activas y que las alumnas puedan tener una forma de romper esta rutina, pero la realidad es que nos complicó”, aportó Nahir.

Otro gimnasio que tuvo que cerrar sus puertas es Sport Life ubicado en calle San Martín, cuyo propietario, Pablo Uribe, señaló que “fue un golpe muy fuerte para todos los que estamos en este rubro. Yo tengo dos gimnasios, tengo que hacerme cargo de alquileres, servicios, impuestos y no tengo ingreso de dinero hace casi un mes, porque cerramos inclusive antes de que saliera el decreto presidencial”.

Sobre la modalidad a distancia, Uribe sostuvo que “hacemos algunas rutinas y las mandamos por un grupo de Whatsapp, pero no es lo mismo, de hecho no cobramos nada por eso. Nosotros nos especializamos en Crossfitt, que es una disciplina netamente presencial, utilizamos estructuras, barras, mancuernas, pesas rusas, trineos de arrastre, pelotas de lastre, trepamos sogas, saltamos cajones.

Son muchos elementos los que se utilizan en una clase, además del piso que es de un material especial para amortiguar el impacto. Para los que hacen rutinas más sencillas, hemos pasado algunas rutinas funcionales en el grupo, pero lo que es el fuerte de nuestro trabajo, hace casi un mes que no podemos hacerlo y no sabemos cuándo volveremos con normalidad”.

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