Historia de una foto
Esta semana circularon profusamente por las redes sociales una foto y la noticia sobre una reunión que terminó en acuerdo entre el candidato a intendente de Paraná por Cambiemos, Sergio Varisco, y el exsecretario general del Sindicato Unión Obrero y Empleados Municipales (Suoyem) y diputado provincial justicialista durante dos períodos consecutivos, Hugo Vásquez.
Abundante basura tirada hasta en la puerta del Palacio municipal, humo de quema y camiones recolectores parados componen las imágenes de una protesta que en el marco de la noticia del acuerdo Varisco-Vásquez se la atribuye, sin esfuerzo, al extitular del Suoyem, en su rol de dirigente gremial abominable, y se la relaciona a un posible futuro aciago para la ciudad.
Efectivamente, la foto corresponde a una protesta desaforada, pero que –quizás por única vez- no tuvo a Vásquez como hacedor. E incluso fue tildado de “traidor” por los manifestantes.
En esa oportunidad, en el último tramo del gobierno de Julio Solanas (2003-2007), el controvertido dirigente estuvo corrido de la escena y los protagonistas fueron empleados de la Dirección de Limpieza del turno noche, cuyo referente era Gustavo Tornacué, un agente municipal.
La protesta, con paro de actividades, había comenzado cuatro jornadas antes del lunes 11 de junio de 2007, día en que los manifestantes llegaron al centro con diez camiones recolectores cargados de basura para lograr una reunión con Solanas.
Pero la ausencia del Intendente, quien estaba de viaje en Buenos Aires, desató la ira y el caos. “Cruzaron los vehículos en la calle y volcaron la basura”, publicó El Diario el martes 12 de junio en la tapa, con una foto grande de montículos de bolsas rodeando el edificio de calle Urquiza y Corrientes.
¿Qué reclamban? Primero, consideraron inadecuado un aumento salarial propuesto por el gobierno municipal y aceptado por el gremio liderado por Vásquez. Argumentaban, a través de Tornacué, que la decisión del sindicato había pasado de largo la consulta a las bases y descargaban la bronca contra Vásquez, en un claro enfrenamiento interno. La protesta también abarcaba reclamos por el mal estado de vehículos y de condiciones laborales (falta de herramientas, ropa).
Así, el sector díscolo resolvió mantener la medida de fuerza, sin respaldo sindical, pues el Suoyem ya había acordado la escala salarial oficial.
El conflicto fue largo, ocupó buena parte de junio con el consiguiente padecimiento de los vecinos que no sabían qué hacer con la basura y tuvo hasta la mediación de la Iglesia, que designó al cura Gabriel Battello, y el pedido de la conducción del Suoyem, es decir Vásquez, de sanciones “ejemplificadoras” a los desacatados.
Es más, en una crónica del 15 de junio de El Diario, se refleja la pugna: el Secretario de Servicios Público municipal, Luis Zatti, informaba que se había zanjado la falta de choferes -pues los diez conductores de los camiones volcados habían sido sancionados- con la ayuda del gremio. “Los choferes estaban, eran choferes de otros turnos que había puesto el gremio, pero llegaron hasta la puerta, pues los empleados del turno noche no los dejaron entrar”, decía el secretario.
Después, con el conflicto trabado, los manifestantes se instalaron en una carpa en la Plaza de Mayo, actuó la Dirección de Trabajo e intervino el fiscal de Estado Municipal, Martín Uranga, quien recurrió a la Justicia. El funcionario interpuso una denuncia en el Juzgado de Instrucción Nº 2 por retención indebida de bienes del Estado Municipal e interrupción del tránsito, en relación a los hechos del lunes 11.
El conflicto se extendió por más de 20 días, no hubo sanciones económicas a los revoltosos que aceptaron trabajar diez días gratis y el gobierno municipal agradeció al gremio por “acompañar las decisiones del Ejecutivo”.
Pero tanto fue la puja entre los empleados liderados por Tornacué y el Suoyem de Vásquez que en octubre de ese año, el sindicato decidió un paro y el turno noche de Limpieza salió a trabajar.
“Venimos de una situación compleja. A nosotros en una oportunidad nos dejaron solos. Esto es lo que sienten los muchachos del turno noche. Este es un pase de factura al sindicato y por eso mismo tampoco firmamos la nota que circuló por Limpieza pidiendo un adicional de 850 pesos, no porque no queramos la plata sino porque no le damos apoyo al gremio”, dijo entonces Gustavo Tornacué a El Diario.
El paro de junio dejó también al descubierto el drama de decenas de familias que clamaban para que llegara la basura al Volcadero. Tenían hambre. Así de duro fue el reclamo de esos vecinos que en una noche fría, de llovizna, se amontonaban del otro lado de un portón de lata que separaba el corralón de limpieza, ubicado en calle República de Siria, del gran basural. Fue tan profunda la demanda que la Municipalidad de Paraná decidió repartir bolsones de comida. “Funcionarios municipales mencionaron sin ruborizarse la situación dramática de las “familias del Volcadero” entre las razones por las que el Gobierno consideraba que los empleados de Limpieza debían levantar las medidas de fuerza. ‘Hay 140 familias en el Volcadero que no tienen para comer porque la basura no les llega’”, habían dicho.
Los hechos se sucedieron en un año, el último del gobierno de Solanas, de mucha convulsión. Las cuentas no cerraban en la Comuna: por ejemplo, se recaudaban 100 millones de pesos en concepto de tributos propios y había que pagar 140 millones en sueldos.
El año había empezado con la elección del nuevo intendente justicialista, José Carlos Halle, y de Vásquez como diputado del PJ. Solanas debió transitar el último tramo con una pugna de la interna partidaria recalentada, ingresos insuficientes y un desbarajuste dado por un festival de nombramientos, aprobados por decreto del Ejecutivo, rayanos en el absurdo (el más conocido es el Jefe de Mástil, Jefe de Señalización Horizontal y Jefe de Señalización Vertical, y otros similares).
Tornacué siguió enfrentado a Vásquez, intentó armar otro sindicato e integró listas opositoras a la oficialista en el Suoyem hasta que el gremio fue intervenido en 2012, situación vigente hasta ahora.